Lic. María Margarita Alsina Consultas al +54 9 221 3058408

La Psicopedagogía es una disciplina que, si bien surgió como necesidad a raíz de los "problemas del aula", hoy se ocupa también del adulto mayor.

Este profesional (que debe estar especializado en lo concerniente al adulto mayor), puede brindar asesoramiento y estimulación frente a las dificultades en memoria, atención, concentración, y otras funciones cerebrales.

Asimismo, puede dedicarse a la rehabilitación cognitiva en pacientes con deterioro debido a una lesión, enfermedad o por simple envejecimiento.

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domingo, 29 de mayo de 2011

E L C E R E B R O

El cerebro sólo representa el 2 % del peso y es el órgano más complejo e importante del cuerpo humano.
Su funcionamiento es muy particular y difícil de entender, incluso para los especialistas.
Aunque el cerebro parece estar bien protegido, en realidad es muy vulnerable. Cuando está dañado o herido es cuando nos damos cuenta del papel tan importante que juega en la vida de un ser humano.
Dicho órgano es responsable de las redes de comunicación del organismo, quien se encarga de recibir y transmitir la información.
Es también quien analiza y almacena esta información. En los intercambios del organismo con el medio es el cerebro el que hace capaz al ser humano de adaptarse, es decir, que le permite, incluso en el momento de la acción, modificar sus comportamientos, teniendo en cuenta los mensajes internos o las estimulaciones externas.
Así pues, es gracias al cerebro que nosotros reaccionamos como lo hacemos. Es el cerebro el origen de todas nuestras acciones.
Él vigila día y noche y sin él incluso nuestro corazón no podría funcionar normalmente. Procedentes de los daños de nuestro cerebro, varias de nuestras funciones pueden estar perturbadas.

El cerebro está dividido en dos hemisferios cerebrales, el derecho y el izquierdo. Estos hemisferios parecen simétricos, y podríamos suponer que cada uno tiene funciones equivalentes. En parte es verdad, en lo que respecta a las funciones simples, pero para las funciones más complejas, cada uno de los hemisferios posee un papel, que es el suyo propio.
En la mayoría de las personas el hemisferio izquierdo es el dominante, y es el que regulariza las actividades del lenguaje hablado y escrito, la lectura y la ideación en general, como la abstracción, el razonamiento, el juicio, etc. Son las funciones de tipo verbal.
Asimismo, el hemisferio izquierdo es el que dirige las funciones motrices y sensoriales de la parte derecha del cuerpo.
El hemisferio derecho está encargado de las actividades que llamamos no verbales, es decir, las que son de naturaleza visoespaciales, como el tratamiento y el almacenamiento de informaciones visuales y táctiles y todo lo que concierne sobre el reconocimiento de formas y la orientación en el espacio. Por ejemplo, para reproducir una forma geométrica como es la de la Cruz Roja, es sobre todo el hemisferio derecho quien se encarga de constituirla.
Los dos hemisferios cerebrales están unidos por una especie de puente que llamamos “cuerpo calloso”. Es en gran parte gracias a él que los dos hemisferios podrán comunicarse entre ellos, trabajar en armonía y complementarse, porque las funciones complejas necesitan una utilización más global del cerebro.

La localización concreta de ciertas funciones en el interior del cerebro permite comprender que los efectos o secuelas en algunos afectados por un traumatismo de cráneo (TEC) podrán variar según la parte del cerebro que haya sido dañada en el momento del accidente.
Las cosas pasan un poco como si el cerebro tuviese un mapa donde cada país tuviera un papel particular en el comportamiento humano.
Por ejemplo, se sabe que un daño en la parte anterior del cerebro (lóbulos frontales) puede conllevar una disminución de la espontaneidad, de la iniciativa o una clase de apatía que explica que algunas de las personas que han sufrido un TEC tengan dificultad para pasar a la acción y realizar sus objetivos.
Podemos pensar, torpemente, que estas personas se han vuelto perezosas.
Una lesión de esta naturaleza puede también provocar comportamientos rígidos y la perseveración. Esta lesión puede igualmente explicar los cambios de personalidad.
La persona parece, en algunas fases, incapaz de autocriticarse y de adoptar comportamientos sociales reconocidos como aceptables. Para ella lo que hace parece ser adecuado. Parece no inquietarse por lo que le sucede, mientras que las personas de su entorno pueden estar desconcertadas por sus acciones. Es como si esta persona que padece una lesión cerebral frontal fuera la última interesada en lo que le sucede.
Este ejemplo nos ha servido para enseñarnos un cierto número de problemas de comportamiento procedentes de una lesión cerebral en una sola región del cerebro, es decir, la parte frontal. Así pues es fácil comprender que como consecuencia de un accidente de automóvil, el cual ha ocasionado heridas en varios sitios del cerebro, la situación sea incluso mucho más compleja, y que como consecuencia se produzcan cambios que abarcan varios aspectos del funcionamiento humano.


Fuente: www.neuropsicologianet.tk (resúmen)